100 obras musicales imprescindibles by José Luis Comellas

100 obras musicales imprescindibles by José Luis Comellas

autor:José Luis Comellas [Comellas, José Luis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: S2
ISBN: 9788432150500
editor: Ediciones Rialp
publicado: 2019-01-24T20:54:56+00:00


52.

F. Mendelssohn (1809-1847)

“El sueño de una noche de verano”

MENDELSSOHN, CON SU ENCANTO JUVENIL y su imaginación romántica es sin duda el mejor intérprete de esta obra maestra de la literatura convertida en música. La lectura de la festiva y fantástica comedia del genio de Shakespeare impulsó al muchacho de 17 años a componer la obertura, la pieza más completa del conjunto, y quizá la más notable. ¿No sorprende a cualquiera su asombrosa madurez? Mendelssohn reproduce con su facilidad de siempre —no importa que sea todavía un muchacho— lo que le sugiere la visión de aquella noche de San Juan (la noche del solsticio de verano, llena siempre de leyendas de fábula) en el misterio del bosque. Los cuatro acordes iniciales de las maderas son una versión libre de las cuatro llamadas que hace Oberón dirigiendo su trompa a los cuatro puntos cardinales. Enseguida se escucha una música saltarina y misteriosa, que sugiere el murmullo de las hojas del bosque al arrullo de una suave brisa. Todo en aquella noche embrujada es maravilloso e irreal. Apenas se oyen los pasos suaves de las hadas, los murmullos de seres que viven entre las frondas, el rebuznar de un burro fálico, la inminencia de algo inesperado. De pronto todo se inunda de una luz deslumbrante. En fortissimo entra el tema principal, lleno de alegría, como casi todo lo que ocurre en aquella noche. Se suceden los temas con absoluta naturalidad, siempre con el encanto que Mendelssohn sabe encontrar en aquel mundo mágico, en que no faltan las tensiones, digamos los celos; hasta que al final todo se resuelve maravillosamente. La obertura termina con una nueva versión de los cuatro acordes del principio, que confiere la más absoluta unidad a la pieza. No hay el menor inconveniente en escuchar la obertura como una obra sinfónica autosuficiente y satisfactoria.

De todo lo que sigue en la suite destacan el Scherzo, que permite adivinar no solo la magia del momento, sino la gracia del bosque, como si hasta cada hojita tuviera algo que decir. Siempre se ha relacionado este scherzo con las infinitas hojas del bosque. El Nocturno es una pieza que conquista. Una pieza en que sorprendió a todos el empleo de las trompas. La trompa fue siempre un instrumento guerrero, de fuerza, y también, sugerencias del tópico, propio de escenas de caza. Por este camino empezó la trompa —en Weber— a representar escenas en el bosque. Pero un nocturno protagonizado por las trompas fue una verdadera sorpresa, y no faltó quien, en sus tiempos y en otros posteriores, haya criticado a Mendelssohn por esta elección: ¡trompas en un nocturno! Pero hoy todos los críticos ven en las trompas de “El Sueño...” un acierto definitivo. El tremendo misterio de la noche en el bosque alcanza nuevas resonancias. Esas trompas suenan no estruendosas, sí enormemente sugestivas, como si adivinaran un mundo que todavía no se ve. La noche habla en voz queda, pero algo nos dice que una realidad muy grande, llena de esplendor, se está preparando. Y así es como, de pronto, todo se hace luz que nos deslumbra los ojos.



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